Sociológo Iquique Chile

Saturday, August 18, 2007

Friday, August 17, 2007

LATINOAMERICANA Y SUS PROYECCIONES.

ANTECEDENTES HISTÓRICOS DEL IDEARIO DE INTEGRACION

INTRODUCCION

En la opinión mayoritaria que los intentos de integración en Latinoamérica se iniciaron a partir del mismo momento de la independencia y la formación de las nuevas repúblicas. Sin embargo sólo a partir del año 1960 “se empiezan a gestar las primeras iniciativas reales de integración”[1]. Yo coincido con estas opiniones; pero debo agregar, que si bien los años 60 se caracterizan por la materialización de tratados concretos de integración, y más aún, se llega a percibir a la “integración” de Latinoamérica como una “necesidad” (condición para el desarrollo) que, además, debe asumir determinadas características para lograr su objetivo. Esta “fiebre integradora” de la década de los 60 no es espontánea. Es el resultado del surgimiento de una “ideología del desarrollo”, que comienza a sistematizarse a partir de 1948. Ya fines de los años 50, la integración formaba parte de un “modelo desarrollista”, que forjado en los ambientes académicos e intelectuales, se traslada al mundo político y gubernamental y se retroalimentan mutuamente. Diría que en las décadas del 50 al 80, es cuando más se nota el “in and outers”, caracterizado por el tránsito de los académicos hacia puestos de importancia en la región y el de políticos y funcionarios públicos a cargos académicos. La alta burocracia gubernamental tradicional y de carrera comienza a ser reemplazada por un círculo de intelectuales, provistos de una cosmovisión del desarrollo, que intentan imponer desde la conducción del Estado. Temas tales como la integración, la reforma agraria, la industrialización sustitutiva, la planificación o programación del desarrollo se traspasan con fuerza desde el ámbito académico al gubernamental y político. Por lo tanto, no es posible entender el proceso de integración de los 60 sin conocer cómo desde fines de los 40 se gestan los modelos desarrollistas, al alero de organizaciones internaciones y de universidades. El desafío de resumir este derrotero histórico, de una riqueza enorme y llena de matices, es las generalizaciones a las que debo llegar; toda vez que, en este capítulo, constituyen un aspecto introductorio al objetivo de esta tesis.

1. “SIMON BOLIVAR SIMON CARAQUEÑO AMERICANO”:

Cada vez que se habla de integración se evoca el “sueño bolivariano de una América unida”. Para el proceso de integración, tal como lo conocemos hoy, no deja de ser más que un mito. Simón Bolívar, aplica una lógica de subsistencia elemental. Las Repúblicas recién independientes, que tratan de consolidarse como “Estado – Nación”, no deben enfrentar fragmentadas a la amenaza de la reconquista colonial. Por lo tanto, convoca al “Congreso de Panamá”, que se realiza en julio de 1826, y en la cual se suscribe un tratado para crear la “Liga y Confederación Latinoamericana”. La cual es un absoluto fracaso que jamás opero. El “sueño bolivariano” se reflejo en otros intentos: los congresos de Lima de 1840, Santiago en 1856, Lima en 1860, Colombia en 1866, Caracas en 1883 y México en 1896.[2] Ninguno de ellos tuvo éxito alguno.

2. EL PANAMERICANISMO IMPULSADO POR ESTADOS UNIDOS:

Desde el inicio de los movimientos para lograr la independencia Estados Unidos de Norteamérica (EUA) se relaciona con Latinoamérica. Bajo la denominada “Doctrina Monroe[3], EUA pretende inicialmente forjar un hemisferio desvinculado de Europa y anteponer a sus anquilosados sistemas monárquicos, que potencialmente podían unirse, una Unión de Repúblicas Americanas”. Para tales efectos convoca a los gobiernos de Latinoamérica a una reunión en Washington el 14 de abril del año 1890, de la cual nace la “Unión Internacional de las Repúblicas Americanas” y la “Oficina Comercial de las Repúblicas Americanas”, que muchos años más derivará en la Organización de Estados Americanos (OEA). Es el bosquejo inicial del llamado “Panamericanismo”.

LA ALAC , ALADI Y EL ALCA.

La década de los 60 es también un momento en que se encuentra la geopolítica diseñada por Estados Unidos hacia Latinoamérica y el pensamiento CEPALIANO. Mirado con recelo hasta cuando se produce la revolución cubana. La teoría desarrollista de CEPAL encuentra un nuevo incondicional aliado. La Alianza para el Progreso se sustentará en la ideología cepaliana para frenar la exportación del proceso cubano en Latinoamérica. En este contexto surgirá el primer Pacto de Integración Latinoamericana con el objeto de crear un “mercado común latinoamericano”. El 18 de febrero de 1960, en Montevideo, Uruguay, se firma el “Tratado de Montevideo”, mediante el cual se constituye la “Asociación Latinoamericana de Libre Comercio” (ALALC), integrada originalmente por once países: Argentina, Brasil, Bolivia, Colombia, Chile, Paraguay, Perú, Venezuela, Ecuador, México y Uruguay (Cuba queda excluida de incorporarse [4])La sede de la organización se estableció en Montevideo. Las metas fijadas en este tratado es crear una zona de libre comercio al año 1973. En Agosto de 1961, reunidos en Punta del Este, se evalúan los escasos logros alcanzados y se incorpora para apoyar en la solución de los problemas a los Estados Unidos. En la ocasión el Presidente John F. Kennedy anuncia su apoya a través de la “Alianza para el Progreso”, paquete de medidas implementadas para apoyar el desarrollo de Latinoamérica bajo el modelo CEPALIANO. Posteriormente el 14 de abril de 1967, los presidentes latinoamericanos reunidos en Punta del Este, ratificaron – una vez más con el apoyo de EUA – y con la presencia del Presidente Lyndon Jhonson en el acto – acelerar la creación progresiva del mercado común a partir de 1970. En el año 1973 la ALALC no pudo cumplir su objetivo planteado para el año 1973 y difiere el cumplimiento de objetivos para el año 1980. Meta que tampoco pudo cumplir. En ese momento deviene en la “Asociación Latinoamericana de Integración” (ALADI). La ALADI no fija metas específicas; sino que alcanzar la liberalización comercial entre los países signatarios sin plazos establecidos. Esta vigente hasta la fecha, y en opinión de Daza[5] “más que un programa la ALADI es una especie de paraguas que cubre la realización de acuerdos de complementación económica entre los países signatarios”. Rol que cumple hasta la actualidad. A fines de la década de los 80, y en medio de las convulsiones políticas del continente que derivaron en el quiebre del sistema democrático en casi todo el continente, y con la abierta intervención de EUA, este pierde interés tanto en la OEA , como en la ALADI y el pensamiento CEPALIANO, el cual pasa a considerarse un “proteccionismo demagógico fracasado”.

LAS NACIONES UNIDAS (UN), CEPAL, LA ORGANIZACIÓN DE ESTADOS AMERICANOS (OEA) Y EL PANAMERICANISMO:

1948 es un año clave para entender el rumbo que asumirá el proceso integracionista de los años 60. EUA mueve dos piezas claves para Latinoamérica. Desde la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) en 1947, se crea el Concejo Económico y Social de Naciones Unidas (ECOSOC), al año siguiente – 1948 – ECOSOC crea 5 Comisiones Económicas Regionales, con el objeto de colaborar con los gobiernos de las zonas en cuestión (Europa, Africa, la región Asía – Pacífico, el Medio Oriente y Latinoamérica). La colaboración consistiría en la elaboración de investigaciones y análisis de temas económicos tanto nacionales como regionales y subregionales. Una de estas comisiones será la “Comisión Económica para América Latina” (CEPAL).[6] A la cual dedicaremos un capítulo aparte por la importancia que tiene en la formulación del “modelo desarrollista” para el continente, en el cual la figura de Raúl Prebish, es un hito. Prácticamente el “pensamiento de la CEPAL” no tendrá contrapeso intelectual hasta los años 80. Cuando al amparo de las dictaduras militares renace el neoliberalismo.[7]

Simultáneamente, el mismo año 1948, también por iniciativa de EUA se crea la Organización de Estados Americanos (OEA), dando por inaugurada la era del neo “Panamericanismo”. La OEA “no es un organismo latinoamericano. Es una entidad creada para regular las relaciones entre EUA y las naciones latinoamericanas y en la que EUA juega un rol preponderante”[8]. Muy parecido a la CEPAL, la OEA tendrá entre 1948 y 1965 un rol protagónico en nuestro continente. En 1959 crea el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), con el objeto de financiar proyectos de desarrollo económico, equipamiento e infraestructura y promover la integración regional. Y aquí otro hito, Felipe Herrera, para el cual la integración latinoamericana “afirma en esta búsqueda su propio pasado en sus esfuerzos por lograr la reintegración política”[9]. Mientras Prebish forma la “camada” que gestará la “teoría del desarrollo” y luego a los “planificadores ó programadores del desarrollo”, Felipe Herrera – desde el BID -, entre los 60 y 70 proporcionará los recursos económicos para apoyar los “proyectos y programas desarrollistas”. La OEA también creará, en esa época de esplendor, la Comisión Interamericano de Derechos Humanos. En este período, por intermedio de la OEA se resolvieron 40 disputas entre naciones latinoamericanas. Y sí la relación EUA y Latinoamérica a través de la OEA tuvo un efecto relevante, fue sentar bases del “Derecho Internacional”. Conceptos tales como el “Principio de No Intervención” se acuñaron en este contexto. Y hasta el día de hoy, Pedro Daza[10] planteaba que el gran logro de las naciones latinoamericanas en la OEA fue fijar normas de derecho internacional que intentan equilibrar y armonizar tan desiguales relaciones de poder. Y es precisamente cuando EUA en los 70 rompe abiertamente con el “Principio de No Intervención”, propiciando y patrocinando “Golpes de Estados”, bajo la “Doctrina de Seguridad Nacional” – que verá en el “enemigo interno” -, la nueva táctica que asume el comunismo internacional, en su tarea de conquistar el tercer mundo y destruir al sistema democrático imponiendo las “dictaduras del proletariado”, como parte de su plan de expandir el comunismo a nivel planetario. Cuba, era el ejemplo que no se podía tolerar. La OEA pierde legitimidad sumado al hecho que en esta etapa EUA privilegia las relaciones bilaterales sobre las multilaterales. Esta etapa de “ausencia” – por dos décadas entre los 70 y los 80 - de EUA en la OEA dio paso al surgimiento de otros referentes latinoamericanos, tales como el Grupo Contadoras (1983)[11] que dará paso al “Grupo de Río”.[12] Recién en 1991, la OEA retomará su rol, y encontrará un continente homogeneizado con las teorías neoliberales y modelos de “crecimiento hacia fuera”.

En la época que la OEA “pierde su influencia”, se crea también mediante el “Convenio Constitutivo de Panamá”, el 17 de octubre del año 1975, “El Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe”(SELA). Integran SELA 26 países de América Latina y El Caribe. Con sede en Caracas, Venezuela, sus principales objetivos son: Promover el sistema de consultas y coordinación para concertar posiciones y estrategias comunes en materia económica, ante países, grupo de naciones, foros y organismos internacionales e impulsar la cooperación e integración entre los países miembros.

Pero a partir de la XXI Asamblea General de la OEA realizada en Santiago de Chile en 1991, la OEA retoma su rol panamericano y aprueba un compromiso colectivo con la democracia y hace suyo el principio del Grupo de Río: “no hay legitimidad política internacional posible fuera de la legalidad democrática” Fhroman, pp.14.[13]

En esta etapa post dictaduras se ha creado un nuevo pacto, denominado el “CONCENSO DE WASHINGTON”. Las naciones Latinoamericanas convocadas por el “Institute for Internacional Economics”, y organizada por su gestor, el economista John Williamson, quién en noviembre de 1989 había formulado “What Washington Means by Policy Reform”, documento base de la conferencia; que plantea 10 políticas que las naciones latinoamericanas deben implementar: disciplina fiscal, reordenar las prioridades del gasto público, reformas impositivas para incentivar la inversión, liberalización de las tasas de interés, tasas de cambio competitivas, liberalización del comercio internacional, liberalización y atracción de la inversión extranjera, privatización de las empresas públicas de servicios y productivas, desregularización y garantías al derecho de propiedad. El Consenso de Washington da comienzo a la etapa denominada “neoliberal”.

Creada las condiciones políticas y económicas, en diciembre del año 1994, el Presidente

Bill Clinton convoca a las naciones latinoamericanas en Miami, a la “PRIMERA CUMBRE DE LAS AMERICAS”, el 11 de diciembre firman su declaración de principios que da origen a la meta de crear antes del año 2005 una “AREA DE LIBRE COMERCIO DE LAS AMERICAS” (ALCA). Metas que no se cumplieron.

3. EL PENSAMIENTO DE LA CEPAL Y LA INTEGRACIÓN:

A Raúl Prebish [14] , la CEPAL le encarga el Estudio Económico de América Latina año 1949, que se convierte en el libro guía – por décadas – del pensamiento CEPALIANO y de las teorías desarrollista. Tal es su impacto que Prebish ese mismo año se convierte en Secretario General de la CEPAL, cargo que ocupará hasta el año 1963.

Dos años antes Prebish, había publicado “Introducción a Keynes” (1947). En ella adhiere al pensamiento keynesiano, que será parte integrante se su teoría del desarrollo. Para Keynes[15] el Estado debe contralor la economía en época de crisis y ejercer este control mediante el gasto presupuestario del Estado. Esto es, mediante una “política fiscal”; toda vez que produce un elemento multiplicador ante el incremento de la “demanda agregada”. Refuta la tesis dominante consistente en que la economía tendería al “pleno empleo en forma automática”. Para Keynes, una baja en el empleo o de los salarios por políticas de ajuste puede llevar a una baja en la demanda, y por la tanto a una baja en la producción generando más desempleo. Para enfrentar esta “espiral negativa”, propone aumentar el gasto fiscal. Es decir la máxima que en momentos de estancamiento de las economías el Estado tiene la obligación de estimular la demanda mediante mayor gasto fiscal.

Prebish plantea su teoría desarrollista bajo 6 enfoques principales:

1. El enfoque histórico-estructuralista basado en la “relación centro – periferia”.

2. El deterioro de los términos de intercambio entre el centro y la periferia.

3. La tesis estructuralista de la inflación.

4. La necesidad de que el Estado contribuya activamente al ordenamiento económico.

5. La necesidad que América Latina se industrialice manteniendo su sector primario como fuente de ingresos que potencie la formación de bienes de capital. El desarrollo de la Industrialización Sustitutiva de Importaciones.

6. La necesidad de Integrarse, “a fin de que sus intereses, aspiraciones y posibilidades, salvadas las diferencias y modalidades específicas, se integren adecuadamente en fórmulas generales de cooperación económica internacional” Prebish, 1949.

Para la CEPAL la Integración de Latinoamérica es una necesidad.

También CEPAL observa que para cumplir con los objetivos desarrollistas es necesario superar obstáculos internos:

  1. El desequilibrio estructural de la balanza de pagos.
  2. La inflación
  3. El desempleo

Para lo cual es necesario realizar reformas económicas y políticas adecuadas.

Entre 1948 y 1960 CEPAL sin contrapeso genera y lidera una ideología del desarrollo latinoamericano. Y en 1960, gatillado por la revolución cubana en 1959 que lleva al poder a Fidel Castro y su ideario de exportar la revolución a todo el continente bajo el modelo marxista y el apoyo de la Unión de Repúblicas Socialistas, CEPAL encuentra un inesperado aliado para impulsar su modelo “desarrollista” y el proceso de integración latinoamericana.

Este aliado es EUA con un joven y visionario presidente: John Francis Kennedy. Quién a meses de asumir su mandato impulsa, una prácticamente improvisada, ALIANZA PARA EL PROGRESO (ALPRO), retomando el Panamericanismo, liderado por EUA.[16]

La CEPAL y sus profesionales y técnicos encuentran su oportunidad de llevar a la práctica sus teorías largamente incubadas. CEPAL, en julio del año 1962, con financiamiento del ALPRO, encarga al economista chileno Osvaldo Sunkel, la creación del “Instituto de Planificación Económica y Social” (ILPES). Que da inicio a la etapa de formar a los futuros planificadores o programadores del desarrollo latinoamericano. Sunkel se había vinculado a la CEPAL en 1953, a través de los cursos “Básicos en problemas de desarrollo económico” que impartía el denominado “padre de de la planificación del desarrollo”, el chileno Jorge Ahumada junto a Pedro Vuskovic.

Ya asociado con la Universidad de Chile, CEPAL a mediado de los años 50 había creado la “Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales” (FLACSO).

En el período se crea también la “Escuela para Graduados en Economía para América Latina” (ESCOLATINA).

Estos centros de estudios tienen todos por objetivo formar a los ideólogos del desarrollo, en el marco de la teoría desarrollista. No obstante, la fuerza y lógica con que irrumpe la “Teoría de la Dependencia”, comienza a desdibujar la frontera entre los adeptos al pensamiento de Prebish, que busca formular un nuevo trato entre las economías periféricas y centrales y realizar las reformas estructurales necesarias para que esta nueva relación se transforme en motor efectivo del desarrollo; y , los que empiezan a vislumbrar que el subdesarrollo es producto de esta relación de dependencia centro-periferia y un resultado específico de la expansión del capitalismo mundial. Y por lo tanto, más que reformas se requieren cambios estructurales profundos que parten cuestionando el modelo de crecimiento capitalista como mecanismo para el desarrollo de Latinoamérica. Por lo contrario, la condición de subdesarrollo es una forma típica y particular de capitalismo.

Todo este debate acerca del desarrollo nacido en estos centros de estudios tienen directo impacto en los políticos y gobernantes; y por sobre todo, en la nueva tecnocracia que asume los asuntos de Estado. Quizás nunca las teorías del desarrollo tuvieron y hayan tenido la mayor posibilidad de llevarse a la práctica desde el gobierno.

Pero también, la CEPAL plantea que uno los factores internos contienen grandes obstáculos para el desarrollo. Para superar hay que hacer reformas estructurales, políticas y sociales. Estas reformas llevaron a un período de inestabilidad política que derivaron en golpes de estados y el fin del modelo CEPALIANO en casi todo el continente entre los años 70-80.

En 1960 un grupo de economistas y sociólogos, desde el Centro de Estudios Socioeconómicos (CESO) de entre los cuales André Gunder Frank, Theotonio Dos Santos entre otro inician – bajo una visión marxista - un fuerte cuestionamiento al modelo desarrollista CEPALIANO. Bajo la denominada TEORÍA DE LA DEPENDENCIA. La cual sostiene que el actual subdesarrollo latinoamericano es consecuencia del desarrollo de los países actualmente desarrollados. Y que constituye una fase particular del desarrollo capitalista mundial. El subdesarrollo Latinoamericano será para ellos un tipo específico de desarrollo capitalista.

En el mismo seno de la CEPAL, surge paralelamente desde la denominada vertiente sociológica, una visión de la Teoría de la Dependencia: José Medina Echavarria, Fernando H. Cardoso, Enzo Faleto, Elio Jaguaribe , serán sus principales exponentes.

En el tránsito de lo académico a lo político los teóricos dependentistas al igual que los Cepalianos tendrán una amplia influencia en el aparato del Estado y en el mundo intelectual, académico y político. Sus visiones contribuirán a intentar impulsar y profundizar cambios estructurales más radicales y sobre todo, poner en duda, el rol de EUA en la promoción del desarrollo latinoamericano.

EUA había contribuido de algún modo a crear lo que sería su propio monstruo.

4. EL PACTO ANDINO O ACUERDO DE CARTAGENA:

A poco andar la ALALC surgieron los problemas. Las expectativas creadas con la ALALC, especialmente al considerar que la integración era el medio de implementar la industrialización sustitutiva de importaciones como primera fase, para luego llegar a una industria de bienes de capital; para lo cual era imprescindible ampliar los considerados “pequeños mercados internos”, que no permitían una producción en escala que la hiciera competitiva. Para lo cual era básico implementar una acelerada reducción arancelaria -, especialmente considerando la fuerte protección que los países tenían para su incipiente industria.

La ALALC había inicialmente considerado 2 categorías de países integrantes del tratado: 1) países desarrollados; y 2) los países de menor desarrollo económico relativo. En los primeros estaban los “colosos”: México, Brasil y Argentina y en los segundos la mayoría de los países Centroamericanos, Ecuador y Bolivia. Para estos últimos se esperaba un trato preferente para sus exportaciones. Sin embargos países de desarrollo intermedio, como Chile, Perú, Venezuela, Colombia no tenían tratamiento especial. Para resolver este aspecto no menor, mediante la resolución N° 78, de noviembre de 1963, la ALALC crea la categoría de “país de mercado insuficiente”. Pero, que en la práctica no incorporaba beneficios relevantes.

El peso de los tres colosos y su falta de apuro para bajar sus altas barreras arancelarias frenaba la aspiración de lograr a la mayor velocidad posible un mercado común.

Chile toma la iniciativa. El Presidente don Eduardo Frei Montalva, envía con fecha 6 de enero de 1965 una carta a Raúl Prebish (el ideólogo de la CEPAL), a Antonio Mayobre, a Felipe Herrera (BID) y a don Carlos Sanz Santamaría, en la cual les pide intervenir para superar el estado de “estancamiento” de la ALALC. Se quejaba que las economías intermedias no tenían espacio práctico en este tratado. México, Brasil y Argentina países con un mercado interno interesante e importantes avances en el área industrial, para proteger sus industrias imponían un lento tranco a la creación del ansiado mercado común. Para Frei este hecho era la causa principal del estancamiento de la ALALC. Y señalaba que la resolución N° 78, antes citada, no había significado concesión de beneficio alguno para los países de mercado insuficiente.

Esta será la semilla de la cual nacerá el PACTO ANDINO.

En julio del año 1966, el Presidente Electo de Colombia, Carlos Lleras Restrepo, en su visita a Chile, coincide plenamente con la visión del Presidente Frei Montalva, en la urgente necesidad de darle un fuerte impulso al proceso de integración. Lleras Restrepo apenas asume el mando de la nación, convoca a una reunión en Bogotá, en la cual participan el Presidente de Chile, Venezuela y Colombia, más los delegados presidenciales de Ecuador y Perú. Encuentro que finaliza el 16 de agosto de 1966, con la “Declaración de Bogotá”, que en síntesis busca acelerar el desarrollo por medio del proceso de integración y de la necesidad de realizar profundas reformas en las estructuras institucionales de los países latinoamericanos. Se busca crear un nuevo referente que actuará en el marco de la ALALC. Se crea una comisión de trabajo para tales fines, a la cual se incorpora un delegado presidencial de Bolivia. Luego de numerosas reuniones y tres largos años de trabajo, el 5 de mayo del año 1969, se inicia en la ciudad de Cartagena de Indias en Colombia, la discusión del texto final de lo que se denominará “Acuerdo de Cartagena”, el cual finalmente es suscrito el 26 de mayo de 1969, en el Palacio San Carlos de Bogotá, por Chile, Perú, Bolivia, Ecuador, Colombia; postergando su incorporación en último momento Venezuela. Acuerdo que será conocido como “Pacto Andino” (PA) ó “Acuerdo de Cartagena[17]. Cuya sede será Lima. Sus objetivos, entre otros, era crear un programa de liberalización arancelaria y un arancel externo común al 31 de diciembre de 1980. El Pacto Andino, acuerda además un tratamiento común a la inversión extranjera, potenciando la participación mixta en las áreas estratégicas de sus economías. En Julio del año 1969, la ALALC reconoce la compatibilidad del Acuerdo de Cartagena con los objetivos del Acuerdo de Montevideo. La decisión N° 24, de diciembre de 1970 del P.A., reglamenta normas comunes para el tratamiento de la inversión extranjera, privilegiando la formación de sociedades mixtas y privilegiando la inversión nacional. Este acuerdo da inicio a una ola de nacionalizaciones, estatizaciones o adquisición y/o expropiación de empresas de capital extranjero, en su gran mayoría estadounidenses, en el área de la producción de materias primas estratégicas (cobre, hierro, petróleo, etc) y de servicios (telecomunicaciones, transportes, etc). Un tributo a la visión de los intelectuales dependentistas y algunos cepalianos de que, la inversión extranjera en recursos no renovables (especialmente mineros) contribuían a la “descapitalización” del país y en consecuencia, era uno de los factores de subdesarrollo.

El primer impacto que sufre el Pacto Andino, es el retiro de Chile en el año 1976. Precisamente porque la política diseñada por los denominados “Chicagos Boys”, que impusieron un modelo de desarrollo neoliberal desde el Gobierno de Pinochet, buscaba potenciar la inversión extranjera en lo que se denominaba “ventajas comparativas” (es decir la explotación de sus materias primas) y desahuciaba el plan de inversión sustitutiva. Chile reasumía su rol de exportador de materias primas en el esquema de la División Internacional del Trabajo impuesto en el siglo XIX. EUA, tuvo un rol crucial en el derrocamiento del Presidente Allende en el año 1973, alentada precisamente por las empresas del cobre y de las telecomunicaciones que fueron objeto de expropiaciones. Por lo tanto, la adhesión al Pacto Andino era incongruente con las nuevas políticas de desarrollo; y en particular con el D.L. 600 que buscaba dar las máximas garantías a la inversión extranjera y a su derecho de propiedad.

Posteriormente, en la década del 90, mediante la resolución N° 220, el Pacto Andino modifica la resolución N° 24, considerando a la inversión extranjera un aporte para el desarrollo nacional, en especial en el área de la ocupación de nuevas tecnologías.

30 años más tarde, el 20 de septiembre del año 2006, Chile retorna al Pacto Andino. La elección simbólica del año del reintegro nos hace vislumbrar que se trata más de una medida política que busca superar el “aislamiento” político de Chile, centrado más en sus relaciones económicas extracontinente ( Tratado EUA, NAFTA, Europa, China, Japón, Corea, etc. Es decir, sus mercados efectivos de exportación y que originan más del 90% de su PIB).

5. DE CARTAGENA A MIAMI:

Desde el Acuerdo de Montevideo – 1960 – (ALALC), al Acuerdo de Cartagena en 1969 (Pacto Andino) a la “Cumbre Hemisférica de Miami” en 1994 (ALCA) hay casi cuatro décadas de distancia. Pero entre Cartagena y Miami un mundo de diferencias.

De Cartagena a la Cumbre de Las Americas en Miami, EUA, habían transcurrido 25 años. Período en el cual las teorías desarrollistas basadas en la industrialización sustitutiva impulsada – o planificada o programada desde el Estado – están en absoluta retirada. CEPAL, FLACSO, los teóricos de la dependencia están acorralados (muchos perseguidos y exiliados), las teorías neoliberales pactadas en el consenso de Washington prevalecen sin contrapeso. Toda otra visión es tildada de demagógica y/o populista. La CEPAL a partir de fines de los 80 y los 90 se avocará a los temas de género y equidad en el desarrollo del nuevo modelo.

Finalizada la etapa de las dictaduras en el continente, finalizan también la primacía de las visiones geopolíticas que imponían los gobernantes militares en su relación con sus vecinos y da paso a un nuevo proceso de integración.

Pero, en esta oportunidad, no hay necesidad de realizar grandes cambios estructurales: sociales y políticos. La integración es concebida como parte del proceso de internalización de las economías. La única referencia política – aparentemente - consiste en revalorizar el sistema democrático como modo deseable de gobierno.

Así el proceso de integración a partir de los 90 son en el marco de los Tratados de Libre Comercio (TLC) bi y multilaterales (donde la ALADI sirve de paraguas para evitar que estos TLC se aprueben en los Congresos de las Repúblicas suscriptoras; es el medio para obtener una especie de fast track, amparados en artículos de ALADI ya aprobados que fomentan los TLC).

Con las economías abiertas y bajos aranceles y el frenesí exportados de materias primas y commoditys en general los TLC y los pactos de integración aparecen como “facilitadores del comercio”.

Con la excepción de Chile, cuyo mercado principal desde temprano esta orientado extracontinentalmente: EUA, Europa y Asia, mantiene una posición de interés político y de liderazgo hacia Latinoamérica, con los cuales su comercio exportador no supera el 10%.

6. EL MERCOSUR:

En el año 1991, en la ciudad de Asunción, Paraguay, se firma “El Tratado de Asunción”, entre Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay, que da vida al “Mercado Común del Sur” (MERCOSUR). Posteriormente, en calidad de país asociado se incorpora Chile, Bolivia y recientemente Venezuela. En el desarrollo del presente trabajo dedicaremos un capitulo entero a MERCOSUR.

El MERCOSUR nace en el contexto de grandes cambios en el sistema internacional, en el marco de unas economías abiertas. A diferencia de los 60 y 70, la integración se basaba en el marco de una “economía hacia adentro” (sustitución de importaciones), en los 90 se trata de una integración “hacia fuera”; sepultando el agotado modelo anterior.[18]

7. INTEGRACIÓN Y GLOBALIZACIÓN:

El proceso de integración de los años 60 se da en el contexto histórico de la “guerra fría”, en la cual Latinoamérica era parte del inventario de aliados naturales de EUA. Y por lo tanto sus políticas se centraban en mantener relativamente al día el potencial de las Fuerzas Armadas, su entrenamiento, capacitación y juegos de guerra conjuntos, para estar al día en el evento que fueran necesarias. Se da también, en el concepto de la “Doctrina de la Seguridad Nacional”, en dónde se espera que el “enemigo” (la Unión Soviética y el Comunismo Internacional) intente socavar las bases del Estado desde adentro, mediante la agitación social. La revolución Cubana, cambia este cuadro de letargo en las relaciones y EUA a través de la Alianza para el Progreso inicia un vasto plan para ir en apoyo de las teorías desarrollistas que imperaban en la época. La integración era parte del plan desarrollista para ampliar los mercados tan necesarios para el proceso de industrialización que los llevaría a mayores estadios de desarrollo. Por eso la ALADI nace al alero de este contexto

Pero, una suma de factores, tales como el acelerado proceso de urbanización que producen los intentos de industrialización, con la incapacidad absoluta de absorber la numerosa mano de obra emigrante, genera cesantía e inestabilidad política. La solución: aumentar el gasto fiscal, con ello vinieron el déficit crónico y la inflación galopante.

Por otro lado, las reformas estructurales al nivel político y social requerían de la máxima participación popular. Así prolifera la actividad sindical y la sociedad civil organizada en “Centros de Madres”, “Centros de Padres y Apoderados”, “Juntas Vecinales”, “Federaciones de Estudiantes”, grupos de cooperativas campesinas; en fin, la movilización social que constituiría la base de apoyo de las necesidades del proyecto desarrollista. Pero, las expectativas creadas fueron superadas por la realidad.

Los términos de intercambio se siguieron deteriorando y el proceso de industrialización, financiado en gran parte por el Estado, tenía relativamente agradado a los empresarios, que además de beneficiarse de los subsidios se beneficiaban de las políticas de control de precios. Un buen pacto de precios con el gobierno de turno garantizaba las utilidades. Poco importaba la competitividad y eficacia de los procesos industriales para obtener mejores costos que redundaran en beneficios a la población ávida de consumo. El Estado para sostener esta situación recurría al endeudamiento externo.

La profundización de las reformas agrarias, tan necesaria para el plan, en cuanto era necesario incorporar esa gran masa campesina al mercado. El sistema latifundista no sólo no era efectivo en la explotación de la tierra; sino que además, los sistema de “inquilinato” (en el cual los campesinos explotaban parte de las tierras a cambio de quedarse con un porcentaje menor de la producción) no incentivaban el tan anhelado crecimiento del mercado y la búsqueda de la masa crítica que permitiera un despegue de la industria. Las reformas agrarias atacaron frontalmente a la aristocracia terrateniente. Y los nuevos campesinos propietarios de minifundios, a veces agrupados en cooperativas, no tuvieron acceso al crédito que permitiera transformarlo en medianos empresarios agrícolas. Volcaron sus demandas al Estado, el “patrón” ya no existía.

La presión de los grupos movilizados para apoyar las reformas necesarias se vuelven contra el Estado. Y se inician los períodos de gran agitación política.

En el caso chileno, los sindicatos campesinos aumentaron de 24 con 1.658 asociados en 1964 a 394 con 103.644 asociados en 1969. Ese año las asociaciones de campesinos llaman a la “Huelga Nacional Campesina” en mayo de ese año. En términos generales el número de huelgas se eleva de 723 en el año 1965 a 1.923 en el año 1967.

Chile – Huelgas (días/hombres)

Años Legales Ilegales Total

1951-1954 984.482 443.482 1.427.964

1967 1.289.000 700.000 1.989.000

1968 3.024.000 931.000 3.955.000

Por otro lado, la relación cordial con las trasnacionales, en su mayoría de capitales de EUA, se termina con el proceso de nacionalizaciones y expropiaciones. En 1971 el Gobierno de Chile nacionaliza las minas de cobre, salitre y carbón. Comienza la estatización de la Banca y la Compañía de Teléfonos en manos de la ITT. Las trasnacionales afectadas junto a la clase política, empresarial y de servicios dependiente de estas se transforma en conspiradoras contra el Estado.

El número de estudiantes universitarios de eleva de 10.000 en 1952 a 42.000 en 1965, enarbolaban un lema “prohibido prohibir”. Y realizan permanentes manifestaciones que perturban el orden público. El plan de “Universidad para Todos”, en los cuáles se privilegie la capacidad por sobre el origen social y disponibilidad de recursos no da abasto.

Todo el plan desarrollista se desborda.

En especial en Chile.

Se inicia la era de las dictaduras y se impone un nuevo modelo de desarrollo. Una vuelta al modelo liberal y de división internacional del trabajo en el cual nuestro rol es ser productor de aquello en lo que tenemos ventajas comparativas; es decir, materias primas. Ahora más audaz, denominado neoliberalismo, que primo sin contrapesos. En Chile ya estaba diseñado el denominado “ladrillazo”[19] y en Argentina la Junta Militar tiene también preparado su propio modelo.

Durante el período de las Dictaduras, el proceso de integración en el modo que lo conocíamos sufre un gran retroceso. Toda vez, que los gobiernos militares están imbuidos de una visión geopolítica de competencia más que de cooperación. Así renacen incluso las tensiones entre Chile – Argentina, Perú – Ecuador, Chile- Perú y Ecuador, Argentina – Brasil. No obstante, se produjo una “integración perversa”, en la búsqueda de la supresión o neutralización del “enemigo común”. El “Plan Cóndor” da cuenta de la coordinación de los sistemas represivos y de inteligencia anti subversiva del continente.

En década de los 90, restauradas las democracias en la mayoría del continente, se retoma el tema de la integración. Bajo el marco regulatorio del “Consenso de Washington”, con la reaparición del Panamericanismo y en consecuencia renace la presencia de la OEA. El nuevo proceso de integración busca responder a un nuevo fenómeno mundial.

La Globalización y el surgimiento de “Bloques Económicos”.

El anterior modelo de los 60-70 en el marco de la guerra fría, es totalmente desahuciado, la sustitución de importaciones se considera una “cosa del pasado, una virtualidad exhausta” ya a partir de los 80, “se había convertido en un oscuro objeto del deseo, en OTRO MITO LATINOAMERICANO MÁS que no alcanzaría a concretarse”. Frohman, pp.18.

Se percibe que la economía mundial se agrupa en “bloques económicos”: NAFTA, Unión Europea, Sudeste Asiático. Países agrupados en bloques para mejorar su competitividad frente a los otros bloques.

Este concepto subyace en la creación del MERCOSUR. Subyace en la ALADI, el Grupo de Río y el SELA.

La integración es vista entonces como una necesidad para una adecuada incorporación a la “nueva” economía mundial. Que en realidad, para América Latina, no es más que una vuelta a la antigua “División Internacional del Trabajo”, en la cual nuestra incorporación al mercado internacional es en calidad de exportador de materias primas (nuestras supuestas “ventajas comparativas”). El escaso desarrollo de la industria “nacional” es ahora controlado por las trasnacionales, a modo de “maquiladoras” (México y Centroamérica) y de ensambladoras (Brasil, Argentina, México). Salvo Brasil que mantiene su industria exportadora textil y de línea blanca. La explotación, y exportación de las principales materias primas esta en manos nuevamente del capital trasnacional.

Así el proceso de integración, ya en el marco de ALADI, Pacto Andino, MERCOSUR y el conjunto de TLC bi y multilaterales, aparecen como más “facilitadores” del comercio intraregional. Unificación de normas, tales como el MIC DTA y el TIC DTA que crea una documentación única para el tránsito de la carga terrestre por carreteras y ferrocarriles respectivamente. Antes cada país (e incluso Provincia ó Estados Federales al interior del mismo país) tenían sus propias normas y formatos de documentación, que hacía del tránsito de mercancías una verdadera “aventura”, se sabía cuando salía; pero era difícil predecir cuando llegaría y sí efectivamente llegaría y no sería requisado en algún control aduanero por carecer de la documentación “adecuada”. Otro paso importante para la integración física de Sudamérica es la creación, en septiembre del año 2000, de la “Iniciativa para la Integración de la Infraestructura de Sudamérica” (IIRSA)[20].

Por lo tanto, el aspecto político de la integración, queda relegado al reconocimiento del sistema democrático como medio legítimo de gobierno.

Sin embargo, nuevos procesos políticos comienzan a desencadenarse. Sus síntomas vienen con el advenimiento del siglo XXI.

Primero, como una “preocupación” porque el “modelo” ha sido capaz de generar “crecimiento económico”; pero ha sido incapaz, que este crecimiento llegue al conjunto de la sociedad. Por lo contrario sus características son la tendencia a la concentración. La “Equidad” (“Crecer con Equidad”), mejorar la distribución del ingreso, desarrollar políticas especiales para los ahora denominados “grupos vulnerables” (indígenas, tercera edad, jóvenes y genero), han sido los temas de preocupación. Se percibe que de no resolverse adecuadamente podrían convertirse en fuentes de inestabilidad política y en consecuencia contribuirían a disminuir los índices internacionales de calificación de riesgo/país y/o riesgo/región (con el consecuente freno a la inversión extranjera, fuga de capitales y alzas en las tasas de intereses).

Segundo, un proceso casi imperceptible, que guarda relación en que el proceso de integración Latinoamericano en el siglo XXI se da en el marco de la denominada “Globalización”[21]. Y este proceso comienza a desdibujar al “Estado Nación” tradicional. La liberalización del comercio y las finanzas a escala planetaria y también continental ha ido creando “macroregiones”, en muchos casos supranacionales. Ya sea por la vecindad, la afinidad geográfica y de recursos, los procesos de integración vertical en los sistemas productivos y de logística y la cooperación surgida al interior de estas macrozonas. El “banano europeo” (integración industrial desde Londres a Milán) que intenta ser replicado en el “banano sudamericano” (integración industrial desde Sao Paulo a Valparaíso), Hong Kong y Guanzhou, las regiones del sudeste asiático. Y en otros casos mega ciudades, tales como Tokio, Sydney, Los Angeles, New York, Londres, París, Sao Paulo, Shanghai etc.. Centros donde se toman “las decisiones sobre la circulación de activos internacionales ejecutadas por medios computacionales” Rojas, Francisco. Ob. Cit. Comienzan a desdibujar el rol del Estado Nación, que se traduce en una pérdida de soberanía, “la pérdida del control del estado para regular aspectos esenciales de la economía internacional esta produciendo cambios en las configuraciones políticas económicas del poder”[22] . Kenichi Ohmae (“El Mundo Sin Fronteras” y “El Fin del Estado Nación”) plantea que la expansión del Mercado a escala mundial desdibuja el concepto tradicional de “Estado Nación” y la consecuente sensación de perdida de poder de los políticos. Muchas regiones que no son Estado Nación se convertirán en nuevos núcleos de la economía mundial. El Sudeste de China y Hong Kong, Barcelona-Perpignan, dando origen a una especie de nuevo feudalismo. Poderosas Estados-Ciudades con grandes áreas de influencia trasnacional serán el nuevo sello de la mundialización. Se espera para los próximos 20 años unas 2.000 ciudades-estados con sus respectivas áreas de influencia. Según Ohmae, vamos hacia la configuración de los “ESTADO-REGIÓN”. Y agrega que “estos no son ni tienen porqué ser enemigos de los gobiernos centrales”; pero – advierte – “para ello se deberá gestionar una forma flexible de relación de estos Estados Regionales (grandes ciudades o federaciones de ellas) con el resto del Estado Nacional”[23]. Queda claro que los nuevos “puntos de entradas a la economía mundial” son y serán estas macrozonas. Para que esta relación flexible sea posible se supone que el Estado Central debe “tomar conciencia” del proceso.

De estar ocurriendo este proceso en Latinoamérica, que no hay razón para que evite su influencia, estaríamos en presencia de un hecho político trascendental. Quizás de mayor impacto del que desencadeno el proceso de integración de los 60 y 70.

No es el mismo para Europa, Norteamérica y buena parte de Asia que para América Latina. Porque en esas regiones desde temprano ha existido grandes niveles de descentralización. No hay una zona o una megalópolis dominante. Sino varias de ellas que ya sea compiten o colaboran entre sí. Y en dónde los gobiernos regionales y locales han alcanzado- desde su formación como tales - altos niveles de autonomía. Existe una especie de “integración” negociada entre ellos con el Estado Central.

Pero en Latinoamérica la característica es totalmente diferente.

El Estado surgido de la herencia colonial española tiene la característica de ser altamente centralizado. Y como consecuencia surgió una mega ciudad, generalmente la ciudad capital- que concentra gran parte de la población nacional, el poder político, económico y cultural. Desde ella rigen los destinos de la Nación.[24]

Por otro lado, se produjo también la desintegración del espacio colonial, para conformar los nuevos Estados Naciones. Zonas con un fuerte vínculo geográfico, comercial y cultural, quedaron de un día a otro separadas por una rigurosa “frontera”. Áreas geográficas integradas verticalmente incluso desde épocas precolombinas pasaban ahora a configurar 3 o cuatro naciones distintas con sus propios ejes centrales del cual pasaban a depender.

Por ejemplo, el norte del actual Chile, el Sur del Perú, Bolivia, el norte de Argentina, conformaron desde temprano una “unidad geográfica” o macro zona como la llamaríamos hoy. Dependiente primero del Incanato, luego del Virreinato de Lima y a través de éste vinculada al Imperio Colonial Español. Con el advenimiento de la República y el Estado Nación devinieron en 4 naciones diferentes dependiente de sus nuevas capitales centrales.

En el marco del proceso de globalización e integración del siglo XXI, ¿podrían estas macro zonas, configurarse como “Estado-Región” en el concepto desarrollado por Ohmae?

¿El modelo altamente centralista del continente entrará en contradicción con las tendencias que origina la integración y la globalización?

De ser así, estaríamos en presencia del inicio de uno de los mayores impactos políticos desde la formación de los Estados Naciones. El comienzo del fin del modelo altamente centralista de Estado ó de la necesidad de buscar una “nueva relación” entre las regiones y el Estado Central.

De ser así, no sería efectivo que el proceso de integración iniciado en los 90 se remite al ámbito económico a diferencia de las grandes connotaciones fundamentalmente políticas del proceso de integración de la década del 60-70. Quizás el proceso iniciado en el contexto neoliberal de los 90 nos lleva a uno de los mayores cambios políticos de la historia republicana del continente.

El objetivo de esta tesis es indagar sí los indicios de regionalismos y pugnas entre regiones y ciudades con sus respectivos Estados Centrales son los síntomas de que el proceso se ha iniciado.



[1] Daza, Pedro: “Integración Latinoamericana: experiencia, pasado y perspectivas presentes, 2003.

[2] Daza, Pedro. Idem.

[3] Enunciada por el quién fuera Presidente de EUA entre 1917-1825. Monroe vislumbra una posible restauración monárquica de Europa cuya respuesta es oponer un bloque americanista republicano. Integrado por todas las naciones de las americas.

[4] “El Sistema Económico Cubano es incompatible con el régimen del Tratado de Montevideo. En vista de los principios de libre empresa y libre competencia en que se basa el Tratado de Montevideo un país en donde la política económica, el comercio exterior y la producción están en manos del gobierno, es inelegible como miembro, pues constituye un caso que el Tratado no prevé”. ALALC, 1962, en respuesta a la solicitud de Cuba para incorporarse como país miembro. Sólo México y Brasil se abstuvieron de esta decisión.

[5] Daza, Pedro. Ob. Cit, 2003.

[6] En 1984 su radio de acción se amplía al Caribe, denominándose “Comisión Económica para América Latina y El Caribe”.

[7] Si bien el desarrollo de la “Teoría de la Dependencia”, en los años 60 y parte de los 70, en su versión marxista y también “sociológica-cepaliana” , produce un importante matiz en la visión desarrollista , no tendrá oposición relevante hasta los años 80.

[8] Frohman, Alicia: “Cooperación Política e Integración Latinoamericana”, FLACSO, 1966.

[9] Herrera, Felipe: “América Latina Integrada”, Ed. Losada S.A., Buenos Aires, Argentina, 1964, pp. 12.

[10] “Y en esta entidad las naciones latinoamericanas realizan una efectiva acción común y de unidad a través de la consagración de principios jurídicos que debían regular las relaciones de estas naciones. A través de esta creación de un derecho americano las naciones latinoamericanas efectúan una efectiva acción común y de cooperación en la región. Hay principios de Derecho Internacional que hoy están consagrados a nivel mundial pero que, en su momento, fueron generados por la acción latinoamericana contribuyendo así a una INTEGRACIÓN JURÍDICA”. Daza, Pedro : Ob. Cit.

[11] Creado en 1983, lo integran originalmente México, Colombia, Panamá y Venezuela. Ante la “ausencia” de la OEA, ejercen una labor de intentar pacificar la convulsionada Centroamérica de la época.

[12] En 1985, se integran como “grupo de apoyo” a la labor de Contadora, Argentina, Perú, Brasil y Uruguay. En 1986 pasa ha denominarse “Grupo de Río” o “Grupo de los Ocho”. Luego en 1990 se incorpora Chile, Ecuador, Bolivia y Paraguay.

[13] En la XXI Asamblea General de la OEA, realizada en Santiago de Chile, en junio de 1991, los países signatarios aprueban: “un compromiso colectivo con la democracia y con la renovación del sistema Interamericano”.

[14] Prebish sale al exilio en el primer gobierno de Juan Domingo Perón y se radica en México. En 1948 es contratado por CEPAL para realizar el Estudio Económico de América Latina (EEAL) de 1949. Ese mismo año pasa a ser Secretario General de CEPAL. De allí en adelante sus ideas sobre el desarrollo y la necesidad de la integración predominarán en los ámbitos académicos , intelectuales y de políticas de gobierno por casi 3 generaciones.

[15] Jhohn Maynard Keynes (1883-1946), “Teoría General sobre el empleo, el interés y el dinero”(1936).

[16] “La Comisión Church afirma que Chile había sido escogido por USA como vitrina de la Alianza para El Progreso y que interesó mucho a los gobiernos norteamericanos por su amplia burocracia y por sus coqueteos con el socialismo y el comunismo”. Informe “Búsqueda de Verdad y Justicia” Capitulo II, Chile, 1 La Dictadura Militar 1973-1990. Chile,

[17] Guerrero, Mauricio: “10 años del Grupo Andino: Memorias de un protagonista”.

[18] “Tenemos hoy en día una integración hacia fuera, abierta a la inversión extranjera como fuente de capital, de tecnología y de instancias de colocación de productos exportables. En esta nueva modalidad de integración la asignación de recursos depende de las señales del mercado y la competitividad, más que de políticas intervencionistas, aunque los Estados y las instancias multilaterales fijan los marcos regulatorios, en estrecha colaboración con los empresarios”.Frohman, Alicia. Ob. Cit.

[19] El Almirante José Toribio Merino había encargado en noviembre de 1972 la confección de “un nuevo ideario económico”, conocido como “El Ladrillo”, que sirvió como la base ideológica de las reformas liberales que implementaron los “Chicago Boys” a partir del Golpe de Estado en Chile. Lo inicia Raúl Sáez, quién en 1974 es “renunciado”, debido a que era partidario de una economía controlada . Jorge Cauas será el conductor del nuevo modelo junto a Miguel Kast y Hernán Büchi.

[20] IIRSA “es un foro de dialogo entre las autoridades responsables de la infraestructura de transporte, energía y telecomunicaciones. Uno de sus principales objetivos es la ejecución de un plan de acción para la integración física Sudamericana en un horizonte de 10 años, cuenta con aportes del BID, la Corporación Andina de Fomento (CAF) y el Fondo Financiero para el Desarrollo de la Cuenca del Plata (FONPLATA). IIRSA, 2007.

[21] “El fenómeno de la Globalización debe ser identificado esencialmente en dos dimensiones: las de carácter comercial y financieras; y en el impacto de la mundialización de los medios de comunicación y la instantaneidad para cubrir los hechos locales con una dimensión global”. Rojas A., Francisco: “Globalización y Orden Internacional”, FLACSO, Chile, 1998.

[22] Idem. Pp. 14.

[23] Kenichi Ohmae : “El fin del Estado Nación”, Ed. Andrés Bello, Santiago, Chile, 1997.

[24] Para el caso chileno en el Estado de 1833, que es similar a lo ocurrido en las ex colonias latinoamericanas : “En este Estado, los Intendentes, los Gobernadores, los Subdelegados, Inspectores y Alcaldes dependieron exclusivamente del Presidente de la República. La cadena de mando, centrada en el Presidente, anuló toda soberanía comunal. Esto significaba subordinar las Provincias a Santiago, los intereses productivos a los mercantil financieros y los procesos electorales al Poder Ejecutivo con sede en La Moneda”. Salazar y Pinto :”Historia Contemporánea de Chile I”. Ed. LOM, Santiago, Chile, 1999, pp.35.